sábado, 29 de mayo de 2010

Jesucristo Verdadero Dios y Verdadero Hombre.



La cultura Helénico-romana, había considerado la existencia de Hijos de Dios, es decir, de semidioses, que poseían dos características: la humana, y la divina. Es así como personajes de la Mitología griega, llamados Héroes fueron protagonistas y forjaron las identidades de estos pueblos antiguos. La actitud de San Pablo en Atenas, en donde predicó en nombre del Dios desconocido, y las explicaciones sobre la condición de Jesús, permitieron por un lado, la conversión de los gentiles, pero al mismo tiempo, se formaran malas interpretaciones sobre la verdadera naturaleza de Cristo, situaciones estas que no se solucionaron sino hasta los Concilios de Nicea y Constantinopla hacia el siglo IV.

El acontecimiento único de la encarnación de Jesús, no hace que la naturaleza de Cristo sea similar o igual a los de los héroes griegos, es decir, sea en parte Dios o en Parte Mortal, ni tampoco que sea una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. La acción del Espíritu Santo en el momento de la Encarnación hace que Jesús sea verdaderamente humano, sin dejar de ser Verdaderamente Dios (Deo Vero), por lo tanto, Jesucristo es Verdadero Dios y Verdadero Hombre. “la Iglesia debió defender estar verdad de fe durante los primeros tiempos frente a unas herejías que la falseaban” (Catecismo de la Iglesia Católica. 88)

Jesús es hombre ya que como dice San Juan es “venido de la Carne” (1 Jn 4, 2,3), y al mismo tiempo es el Verbo (Jn 1 cfr con Gn 1), es decir Dios. Por lo que Cristo es de la “Misma Naturaleza que el Padre” (aquí Homousios es traducido como naturaleza, también traducido como Substancia) por lo que Jesús es de Naturaleza Divina y no de adopción, ésta máxima fue adecuadamente introducida en la Iglesia por el Concilio de Nicea en 325 para condenar las falsedades de Arrio, que proponía que sería “de una substancia distinta al Padre”.

Según los arrianistas, el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, no gozaba de la misma esencia del Padre, sino que se trataba de una divinidad subordinada o de segundo orden, puesto que había sido engendrado como mortal, afirmación que se fundamentaba en antiguos escritos del cristianismo y en especial en algunos comentarios de Orígenes. Para Arrio y sus seguidores, la esencia de Dios, fuente rectora del cosmos, creadora y no originada, existe por la eternidad; convertía al Verbo en una criatura que gozaba de la condición divina, en efecto, pero en cualquier caso en la medida en que el Verbo participaba de la gracia, y siempre subordinado al Padre y a su voluntad.



Caso distinto con los Nestorianos que veían a Cristo con dos personas: una Humana, la encarnada, y otra divina, el Hijo de Dios, para esto la Iglesia solemnemente proclamó: “El verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre”(Ibidem 250). Nestorio predicaba una variante de la doctrina ortodoxa relativa a la naturaleza de Jesucristo. Nestorio afirmaba que en Cristo la forma divina y humana actuaba como una sola, pero no se fundía para componer la unidad de un solo individuo. También afirmaba Nestorio que la Virgen María no podía ser llamada Madre de Dios, como la denominaban los cristianos ortodoxos, ya que su hijo, Jesús, nació como hombre, derivando su divina naturaleza no de ella sino de su Padre, que le engendró.

Pero el Concilio de Éfeso proclamó que María llego a ser con toda verdad “madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: “Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del verbo, de quien se dice que nació según la carne” (Ibidem 251)

Ya se ha mencionado el caso de Arrio, que establecía que la naturaleza de Cristo era distinta a la del Padre y subyugada el primero del segundo, los nestorianos consideraban que en Cristo habían dos personas esas personas distintas y distinguibles entre sí, los monofisistas, en cambio, afirmaban que la naturaleza humana había dejado de existir como tal en Cristo al ser asumida por su persona Divina de Hijo de Dios, es decir, Cristo dejaba de ser verdadero hombre para ser única y exclusivamente verdadero Dios, diferente a la coexistencia y subyugación arriana, y distinta a las dos personas por las que abogaban los nestorianos.

Pero el Concilio de Calcedonia estableció ante esta nueva Herejía:

“Siguiendo, pues, a los Santos padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo hijo y Señor nuestro Jesucristo: Perfecto en la divinidad, y perfecto en la Humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente Hombre compuesto de alma racional y cuerpo: consubstancialmente con el Padre según la divinidad, y consubstancial con nosotros según su humanidad, “en todo semejante a nosotros menos en el pecado” (Hb 4, 15) nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad, y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, La Madre de Dios, según la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona”. (Ibidem)

No se trata entonces que en el momento de la Encarnación, en el momento del Bautismo o en el momento de la Autorrevelación o transfiguración, la naturaleza presente en Cristo se revierten, cambian o transforman, como muchos herejes pretendieron. Las dos naturalezas persisten a lo largo de toda la vida de Jesús. Por lo que no hay sino una sola “Hipóstasis” (o persona), que es nuestro Señor Jesucristo, uno del a Trinidad, estableció el V Concilio Ecuménico celebrado en Constantinopla, para lo que todo lo que le aconteció a Cristo, debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (Conclusiones Concilio de Efeso) no solo los milagros sino también los sufrimientos y la misma muerte.

En la misma liturgia entonces, la Iglesia confiesa que Jesús es inseparablemente Verdadero Dios y verdadero Hombre:

“Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit” (Sin dejar de ser lo que era ha asumido lo que no era) (L. H. Antífona de Laudes del primero de Enero) al igual que la liturgia de San Juan Crisóstomo: “¡Oh Hijo unigénito y Verbo de Dios! Tú eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre virgen María. Tú, Cristo Dios, sin sufrir cambio te hiciste hombre y, en la cruz, con tu muerte venciste la muerte. Tú, uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Espíritu Santo, ¡Sálvanos!” (Liturgia Bizantina. Tropario “Omonoghenis”.)



Referencias:

BIBLIA DE JERUSALEM

Catecismo de la Iglesia Católica. 88 EDICIÓN ESPECIAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA.

Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum, Definitionum et declarationum de rebús fidei et morum.

Liturgia Bizantina. Tropario “Omonoghenis”

Liturgia de las Horas. Tomo I. Antífona de Laudes del primero de Enero

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miércoles, 12 de mayo de 2010

María, la madre de Jesús, y su papel en la Salvación




“La fe católica cree en María pues se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María ilumina a su vez la fe en Cristo” (Catecismo de la Iglesia Católica)

Desde el anuncio de la salvación descrita en el protoevangelio (Gn 3, 15), se evidencia la “cooperación” de la creatura para este propósito y se vale de la mujer que Dios mismo escogió para ser la Madre su Hijo, una hija de Israel a “una virgen desposada con un nombre llamado José, de la Casa de David; el nombre de la virgen era María” (Lc 1, 26-27).

Y se habla de cooperación, porque pide consentimiento por medio de su ángel, sin el consentimiento de la creatura, sin el “Fiat” (hágase en Mi…) no hubiese podido hacer efectiva la economía de la salvación. Ya mencionaba en otros apartes la “preparación” o predestinación de la creatura, de María, para el nacimiento del Ungido de Yavhe, desde Eva, pasando por Sara, Ana, Débora, Ruth, Judith y Esther, hasta la misma Isabel se configura el deseo de Dios de hacer con su creatura, lo que tenía preparado. Al punto que San Ireneo establece: “Por su obediencia fue causa de la salvación propia de todo el género humano”

Para ser la Madre de Dios, María tuvo que ser dotada por Él mismo con dones a la medida de una misión tan importante. Es así como el Angel la saluda con ese: “Gratia Plena”, que le hizo aceptar de inmediato la vocación para la cual fue llamada, al mismo tiempo, es tan “llena de Gracia” al punto de poder ser Preservada inmune toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio del Omnipotente (Cf Pio IX, Declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción. 1854.) Fue dotada, por tanto de una “resplandeciente santidad del todo singular” dado que será el habitáculo del Mismo Señor, a quien se le debe tener un lugar limpio y apropiado… Limpio de pecado y de perturbación. Esta Santidad del todo singular es reconocida también por la tradición oriental en su “Panaghia” (Toda santa). Es así como, si ha permanecido sin pecado personal durante toda su vida, se debe a una gracia sin igual producto de su misma limpieza antes del nacimiento, pues así como la semilla germina y da fruto de una especie determinada… al no haber semilla de pecado, no surgió fruto de pecado alguno.

Al ser María, Madre de Jesús, y Jesús Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Trinidad, la Iglesia ha confesado en que María es la Theotokos (Madre de Dios). Al Jesús tener la doble naturaleza (Divina y Humana), de forma hipostática hace partícipe también a su madre, al punto que el niño que habita en su vientre y desde el mismo momento de la concepción no deja nunca ser Dios, y se “encarna” en humano de una forma simultánea, por lo que , al ser Madre del Hombre que está gestando y al estar éste dotado de la doble naturaleza, se hace Madre de Dios. Así, como dice de Friaul “La Naturaleza Humana que ha tomado (Jesús) no le ha alejado jamás de su Padre…consubstancial con su Padre en la divinidad, consubstancial con su Madre en nuestra humanidad, pero propiamente Hijo de Dios en sus dos Naturalezas” Jesús fue concebido por Obra del Espíritu Santo, porque Él es el “nuevo Adán” (1 Co 15, 47).

Es así como San Atanasio en la Carta a Epícteto dice: “Gabriel había ya predicho la concepción con palabras muy precisas; no dijo en efecto: “lo que nacerá de ti”, como si se tratara de algo extrínseco, sino “de ti”, para indicar que el fruto de esta concepción procedía de María” es así como se establece efectivamente que Jesús es Hijo de María, y al ser el mismo Jesús Dios, María es “madre de Dios”. Es así pues que: “Cuando el verbo se encarnó, continuó siendo siempre la Trinidad, sin admitir aumento o disminución; ella (la trinidad) continúa siendo perfecta y debe confesarse como un solo Dios en Trinidad, como lo confiesa la iglesia al proclamar al Dios único, Padre del Verbo” (San Atanasio en Carta a Epícteto.

Para elegir a su madre, tuvo Dios que caracterizarla y dar la ruta, por medio de las Santas Mujeres del Antiguo testamento, de cómo haría su actuación. Es por eso que eligió una virgen por el poder del Espíritu Santo, es decir, fue concebido “sin Semilla de Varón” (absque semine ex Spíritu Sancto”. Los relatos evangélicos relatan la concepción de Jesús como algo que “sobrepasa toda la comprensión y espirtualidad humana” (Lc 1, 34). La iglesia ha confesado la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, la Iglesia desde los primeros tiempos la ha llamado “Aeiparthenos” (Siempre Virgen). Al punto que la Liturgia Bizantina, en el tropario de la fiesta de la Dormición (15 de agosto) establece:

“En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, Oh Madre de Dios. Te trasladaste a la vida porque eres madre de La vida, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas”
Es así que el papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. Esta unión de la madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte.

Entonces, desde el sí dado por la fe en la anunciación y mantenido sin vacilar al pie de la cruz, la maternidad de María se extiende desde entonces a los hermanos de su hijo. Jesús es el único mediador, él es el camino de nuestra oración, María su madre es pura transparencia de él.

domingo, 9 de mayo de 2010

Doctrina Social de la Iglesia

Definición: La Iglesia es Maestra, como tal enseña y su enseñanza es inspirada por la Palabras de su fundador: Jesucristo Señor Nuestro.  La misión Central de Jesucristo es la de la salvación de muchos, la reconfiguración o restauración del pacto de Dios Padre con los hijos de Adan, lo que conocemos como Sociedad.

La Iglesia es entonces la encargada de la enseñanza de las verdades reveladas a través de los siglos por las escrituras y la tradición, esta enseñanza se configura en la "kiriaké o Ecclesia" (Asamblea) de los hijos de Dios, compuesta precisamente por el Pueblo Elegido, Israel en el antiguo testamento y todos los miembros del cuerpo místico de Cristo: los cristianos, que se constituyen en Sociedad.

La doctrina se entiende entonces como la enseñanza de la Verdad única, inmutable y revelada que custodia la iglesia y que es enseñada al Pueblo creyente que consituye la sociedad; la Doctrina es social ya que es a la "sociedad de los creyentes" para quien se custodia y persevera; en efecto, Cristo Jesús dio el anuncio del Reino de Dios a todos aquellos que quisieron recibirla y se configuraron en pos del mismo Cristo, formando su cuerpo inmaculado y límpido, cuerpo místico donde Cristo es la Cabeza (san Pablo).

Pero la verdad revelada y custodiada, no es unicamente una expresión metafísica y filosófica de la Verdad, ésta verdad manifestada también en la creación está unida a la vida misma los hombres: esta verdad en el mundo físico se constituye en realidad, una realidad donde se vive se siente y se interactúa.  El llamado de Cristo, por tanto, es de evidenciar la Verdad en la Realidad de un mundo agobiado por el pecado y la ausencia de Dios, el anuncio de que es posible Vivir la realidad a partir de la Verdad revelada de Dios, no como una propuesta política y filosófica adicional, sino como una unica forma de trascendencia de relación entre el mundo Dios y el hombre.

Es en esta vivencia de la realidad, en que la Iglesia debe, a semejanza de su Cabeza, Cristo Maestro y Pastor, anunciar el Reino mediante la prédica de una vivencia evangélica donde "todos compartamos el pan"´no solo de forma sacramental sino también en el compartir y en la administración de los Recursos que Dios Padre, desde el momento de la creación dio para nuestro sustento.

La Iglesia por tanto no habla de la instauración de un nuevo modelo o el establecimiento de una Revolución, tampoco de una separación sustancial entre lo político y lo religioso, entre lo religioso y lo cultural, entre lo cultural y lo económico y entre lo económico y lo social.

Los grandes economistas del pasado han visto la evolución "social" del ser humano como un proceso histórico de crecimiento y de asimilación de rivalidades entre "clases sociales", identificadas estas por la poseción de los llamados "factores de producción" que determinan la subsistencia de las sociedades, civilizaciones y del mismo ser humano que las conforma.

Quizá es la aparición de "los factores de producción" lo que establece una separación de "clases", la aparición de un "egoismo egocentrista" de tener que crea baches insuperables que establecen las diferencias, que establece las relaciones entre Ricos (quienes tienen) y los pobres (quien no tienen); sin embargo, el anuncio de la palabra de Cristo no está determinada exclusivamente en estos términos tan terrenales y sombríos, sino más bien en la configuración del hombre con la creación misma, no como poseedor de la naturaleza creada, sino como miembro de esta naturaleza.  La invitación que hace el maestro es "ser perfectos como el Padre del Cielo es perfecto" y "ser mansos y humildes" así pues, en efecto, la asimilación con Cristo está muy lejos de una asimilación con el verdadero dueño de lo creado (Dios) sino en la asimilación con "El hijo del Hombre que no tiene donde recostar la cabeza" y que vive con lo indispensable, que comparte la limitación con el hermano (multiplicación de los panes) y que descubre así el verdadero amor de Dios.

Labor de la Iglesia: La Iglesia por tanto, ha de ser la cutodia de la verdad revelada (doctrina) inmutable y Maestra, no como una fiscal y acusadora de las injusticias que se viven, tampoco le compete la generación de modelos o sistemas económicos que propendan por una realidad distinta o "tercera vía" ya que la Iglesia ha vivido a lo largo de los siglos, por Sistemas o Modos de Producción distintos, desde el Esclavismo, donde abogaba por la dignidad del Ser Humano, El Feudalismo donde daba la esperanza del Reino de Dios, hasta las persecuciones atroces que ha vivido en los años en donde el capitalismo ha mostrado su furia; la labor de la iglesia, conforme a la voluntad de Cristo, su Fundador, es Anunciar a los pueblos la Salvación, el perdón de los Pecados, y bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, atar y desatar en la tierra y en el Cielo, y prevalecer ante el espíritu Maligno que busca la destrucción, no dejándose confundir, dar la esperanza a los desauciados y no buscar por tanto, medidas y opciones políticas que no le competen (al Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del Cesar).

Acción de la Iglesia: La iglesia está siempre al lado de los pobres y desamparados, es por eso que la labor de la Iglesia de los Misioneros Véteros Medellín a cabeza de su obispo, es la del anuncio del mensaje de Cristo en el seno de la comuna Nororiental de Medellín, en el sitio de la avanzada, donde una humilde catedral edificada de zinc y madera es el centro de la celebración del Sacramento de la fe... Una demostración de que Cristo Vive como sus vecinos, rodeado de pobreza, y vegetación, en los extramuros de una ciudad agobiante y desenfrenada, donde Cristo, al igual que los pobres es limitada, arrojada a la periferia al punto que es objeto de los más ruines y atroces crímenes: Sacrilegio y robo... los ministros de Dios, son también víctimas del desarraigo y abandono que la sociedad en general quieren darle a los pobres y a quien consuela: Cristo.

A modo de Conclusión: las palabras de Pablo VI en el Credo del Pueblo de Dios se establece:

"Confesamos que el Reino de Dios iniciado aquí abajo en la Iglesia de Cristo no es de este mundo, cuya figura pasa, y que su crecimiento propio no puede confundirse con el progreso de la civilización, de la ciencia o técnicas humanas, sino que conssite en conocer cada vez más y profundamente las riquezas insondables de Cristo, en esperar cda vez con más fuerza los bienes eternos, en corresponder cada vez más ardientemente al Amor de Dios, en dispensar cada vez más abundantemente la gracia y la santidad entre los hombres. Es este mismo amor el que impulsa a la Iglesia a preocuparse constatemente del verdadero bien temporal de los hombres. Sin cesar de recordar a sus hijos que ellos no tienen una morada permanente en este mundo, los alienta también, en conformidad con la vocación y los medios de cada uno, a contribuir al bien de su ciudad terrenal, a promover la justicia, la paz y la fraternidad entre los hombres, a prodigar ayuda a sus hermanos, en particular a los más pobres y desgraciados. La intensa solicitud d ela Iglesia, Esposa de Cristo, por las necesidades de los hombres, por sus alegrías y esperanzas, por sus penas y esfuerzos, nace del gran deseo que tiene de estar presente entre ellos para iluminarlos en la luz de Cristo y juntar a todos en El, su único Salvador. Pero esta actitud nunca podrá comportar que la Iglesia se conforme con las cosas de este mundo ni que disminuye el ardod dela espera de su Señor y del Reino Eterno"

Referencias

Concilio Ecuménico Vaticano II. Constitución Gaudium et Spes. N4
________________________. Constitución Dei Verbum N10
________________________. Lumen Gentium. N 9-17
Documento de Puebla Iv, 2
Pablo VI. Evangelii nuntiandi.
_______. Octogesima adveniens.
_______. Credo del pueblo de Dios. 30 de junio de 1968.
Pio XII. Quadragessimo Anno.
Ratzinger, Joseph. instrucción sobre algunos Aspectos de la "teología de la liberación". Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. 6 de agosto de l984

sábado, 1 de mayo de 2010

LA PERSONA DE JESUS “CRISTO”


LA PERSONA DE JESUS “CRISTO”


La misión de Jesús
Antiguo Testamento: Gn 3, 15
Configuración en el Nuevo Testamento Lc 1, 31; Apo 12, 17; Mt 1, 21; Flp 2, 19; 1 Jn 4 ,14; 2 P, 1, 4, Gal 4, 5b.


Desde el momento mismo de la caída, (Gn 3), Dios Padre destinó la existencia de un plan salvífico para su creatura, es así como en el versículo 15, establece lo que se conoce como “protoevangelio”, el hecho de utilizar un pronombre masculino “Él te pisará…”(Gn 3, 15b) atribuye la victoria no al Linaje Femenino de la mujer, sino a uno de los descendientes, es aquí que junto con el Mesías va incluida su Madre, María de ahí la interpretación mariológica de “ipsa conteret caput tuum” donde también puede verse la victoria sobre la serpiente en el momento de la gran lucha (Ap 12, 17).

Y es que Jesús en hebreo significa “Dios salva”, aquí se desencadena y desarrolla claramente el inicio del plan salvífico de Dios, éste es el nombre que Gabriel en su anunciación utiliza para denotar su identidad y su misión (Lc 1, 31). Es Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre, descendiente de la mujer que “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21) y este es a quien se le concedió el “nombre sobre todo nombre” (Flp 2, 9). El nombre de “Dios Salva” encierra entonces no solo una participación nominal del Padre Creador, sino una verdadera acción del Padre que asume la Salvación de sus creaturas, pues es el mismo Dios quien se “Encarna”, el Verbo que Crea en el relato del Génesis (Gn 1) es el que se Encarna en el relato de San Juan (Jn 1). En la narración de la primera carta del apóstol San Juan, nos menciona el triunfo del “descendiente” sobre la serpiente, la serpiente que llevaba al mundo a la perversión, esto es, al desvió del mandato de Dios, que nos aleja de Él y nos involucra seriamente en el pecado; sólo es Jesús el que puede Salvarnos, por eso “el Padre envió su Hijo para ser Salvador del Mundo” (1 Jn 4, 14). Por eso, San Gregorio de Nisa en su Catecismo lo sintetiza:




“Nuestra Naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida;
muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que
se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la
luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro;
esclavos, un libertador… ¿no merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerse
bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla, ya que la humanidad se
encontraba en un estado miserable y tan desgraciado?”


Y es en Cristo, el Verbo Encarnado quien nos devuelve la posesión del bien, la naturaleza inicial con la que quiso dotarnos el Padre, para hacernos “Partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1, 4). Así como Jesús es Hijo de Dios, nosotros fuimos dotados y se nos entregó la condición de Hijos (Gal 4, 5b), ya que antes éramos esclavos, ahora para llegar a adquirir libertad, es necesario ser Hijos, el esclavo liberado es adoptado como Hijo, no solo para adopción de la herencia sino también por el don real del Espíritu.


En efecto, a esta misión salvífica que Jesús recibe del Padre que adquiere el nombre de “Mesías”, esto es, “Ungido”, los ungidos, en Israel eran, los que en Nombre de Dios, recibían la consagración para una misión encomendada por Él como el era el caso de los Reyes, Sacerdotes y Profetas (Ex 29, 7; lv 8, 12; 1 Ry 19,16; 1 Sm 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 Ry 1, 39). Por lo que Jesús es el Rey, el Sumo Sacerdote y el profeta por excelencia.



La labor de Jesús
Antiguo Testamento: Is 7, 14
Nuevo testamento: Mt 1, 23.




La misión se constituye y se hace efectiva en la labor de Jesús, El mismo Jesús declara quelas escrituras hablan de él y su Misión, desde el Antiguo Testamento la realización de las palabras de los profetas era uno de los criterios de la autenticidad de la Misión. A los ojos de Jesús, Dios ha anunciado sus designios, con palabras o con hechos, y la fe de los cristianos descubre que el cumplimiento literal de los textos en la persona de Jesús o en la vida de la iglesia manifiesta el cumplimiento de las intenciones de Dios.



El nacer de una virgen e “Hijo de Dios” (Is 7, 14 y su cumplimiento según Mt 1, 23; Lc 1, 28. 34): a lo largo de la antigua alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas Santas Mujeres: En Eva también está María, como linaje femenino (ya se mencionaba más arriba) donde el hijo de una mujer será vencedor del Maligno. Así mismo Sara Concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (Gn 18, 10-14; 23 1-2) de igual modo, obra con Ana, la madre de Samuel (1 Sm 1), Débora, Ruth, Judith, Ester y un gran número de mujeres a lo largo de la historia de la Salvación, antes de María. María es “Gratia Plena” (Lc 1, 28), es decir, estaba poseída de Toda la Gracia de Dios. Es María, una virgen o “doncella” la elegida para manifestar lo dicho por el profeta; Los padres de la Iglesia han visto en la Concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra, en efecto, es María la vía por la cual, “El Salvador de todos”, el “ungido” con una misión, el “Verbo” o Emmanuel se ha encarnado, pero no de forma natural como cualquiera, sino demostrando que es Verdaderamente “Dios con nosotros”. Así San Ignacio de Antioquía en su Smyrn, a comienzos del siglo II dice:




“Estais firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne, Hijo de Dios según la voluntad y el poder de
Dios, nacido verdaderamente de una virgen… “


La concepción y eventual nacimiento de una virgen es a los ojos humanos algo innatural e imposible, sobrepasa toda comprensión humana y es aquí donde se ha encontrado oposición de no creyentes y paganos, este acontecimiento no ha tenido precedentes dentro de la mitología pagana, ni es posible aún en nuestro tiempo. Es así como se demuestra que Jesús no tiene como padre más que a Dios (Lc 2, 48-39).



Al ser Jesús, el Verbo encarnado, el Dios con nosotros, verdadero Dios, las puertas por donde pasó permanecieron, permanecen y permanecerá Cerradas (Ez 44, 2). El Profeta Ezequiel hablando del Templo de Jerusalem, único lugar donde ha estado el Dios altísimo en sus tiempos, también debe referirse al Templo donde habitó el Verbo, El Dios Altísimo, el seno virginal de María cuya puerta, al igual que el templo de Jerusalem permanecerá Cerrada, confirmado así la perpetua virginidad de María.



El Sacrificio del Hijo (Gn 22 vs Jn 19,17, Is 42, Is 53): Al igual que Isaac, hijo de Sara, concebido de una forma donde se manifiesta la obra de Dios, y de Abraham, padre de la Fe, Jesús, concebido de similar forma e Hijo del Padre de todos, es puesto como sacrificio. Abraham, heredero de una cultura Caldea, donde los sacrificios humanos eran ofrecidos a las deidades, y en forma de agradecer a Dios por la bendición se siente “obligado” a ofrecer primicias a Dios y es por esto que ofrece a su primogénito. Al igual al hijo de Abraham el Hijo de Dios, primogénito de entre todos, es entregado en Sacrificio para purificación y salvación de muchos. El sacrifico es entonces, un símbolo de alianza entre Dios y los hombres, Isaías en sus “Cánticos del siervo de Yahvé” presenta al Siervo, Cristo, como objeto de una misión y predestinación divina, éste siervo es alianza y luz que lleva a cabo una obra de liberación y de salvación. En efecto, la actitud de Isaac al tomar leña para el sacrificio es la misma de Cristo tomando la cruz.



Es entonces como la salvación se logra a través de la muerte del “Siervo justo” (Is 53, 11). La muerte redentora de Jesús Cumple, en particular la profecía del Siervo Doliente. Luego de la resurrección dio esta interpretación a los discípulos de Emaús (lc 24,25-27) Además, se hizo de manifiesto que Jesús era ese “Siervo Doliente” que se deja llevar en silencio al matadero cuando es llamado “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1, 29) y carga con los pecados de muchos, es entonces el Cordero Pascual símbolo de la redención de Israel cuando se celebró la primera Pascua (Ex 12, 3, 14 cf Jn 19, 36; 1 Co 5, 17) donde el sacrificio de Cristo se constituye en el “Sacrificio de la Nueva Alianza” que devuelve al hombre en comunión con Dios reconciliándose con el por “La sangre derramada por muchos para remisión de los pecados” (mt 26, 28). Este sacrificio es único, da plenitud y sobrepasa todos los sacrificios.



El sacrifico sobre el madero, como se dijo anteriormente, fue anunciado mediante signos evidentes; en el Génesis, Isaac toma madera para su propio sacrificio, al igual que Jesús; es colgado en un árbol, enterrado el mismo día (Dt 21 ,23) la cruz, símbolo de la vergüenza y deshonra propia de los rebeldes en tiempos del Imperio Romano, es el árbol al que se refiere; Jesús es Tratado como un rebelde (Is 53, 12) por eso aceptó una muerte y una muerte de Cruz (Ef. 5, 2).



Sepultura y resurrección (Os 6, 2; Jon 2,1 vs Mt 12, 40; ) Después de la muerte en Cruz, Jesús es puesto en el sepulcro el mismo día (Dt 21, 23) y “Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día, nos hará resurgir y viviremos en su presencia” (Os 6, 2) demostrando el proceso de la resurrección, de igual forma en que Jonás estuvo tres días en el vientre del pez, entre las tinieblas, (Jo 2, 1) Pez que en Griego se dice Ictus, forma primitiva de identificar al Cristo, al Mesías, Jesús está entre las tinieblas por tres días y luego resucitará para vivir en la Presencia del Padre, después del triunfo de la resurrección de Cristo, “hemos sido partícipes de su vida inmortal” (Liturgia Latina). La muerte de Jesús fue una verdaderamente en cuanto puso fin a la existencia humana terrena. Cristo entonces, fue Arrancado de la tierra de los vivos (Is 53, 8). La resurrección de Jesús al “Tercer día” además, de lo anterior, también era signo de que se suponía que al cuarto día, se manifestaba la corrupción. Es así como manifiesta también que Dios tiene para el Siervo: “No dejarás que tu Santo vea la corrupción”.



REFERENCIAS



CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. EDICIÓN ESPECIAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA.
BIBLIA DE JERUSALEM
LITURGIA DE LAS HORAS TOMO IV.