La misión de Jesús
Antiguo Testamento: Gn 3, 15
Configuración en el Nuevo Testamento Lc 1, 31; Apo 12, 17; Mt 1, 21; Flp 2, 19; 1 Jn 4 ,14; 2 P, 1, 4, Gal 4, 5b.
Y es que Jesús en hebreo significa “Dios salva”, aquí se desencadena y desarrolla claramente el inicio del plan salvífico de Dios, éste es el nombre que Gabriel en su anunciación utiliza para denotar su identidad y su misión (Lc 1, 31). Es Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre, descendiente de la mujer que “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21) y este es a quien se le concedió el “nombre sobre todo nombre” (Flp 2, 9). El nombre de “Dios Salva” encierra entonces no solo una participación nominal del Padre Creador, sino una verdadera acción del Padre que asume la Salvación de sus creaturas, pues es el mismo Dios quien se “Encarna”, el Verbo que Crea en el relato del Génesis (Gn 1) es el que se Encarna en el relato de San Juan (Jn 1). En la narración de la primera carta del apóstol San Juan, nos menciona el triunfo del “descendiente” sobre la serpiente, la serpiente que llevaba al mundo a la perversión, esto es, al desvió del mandato de Dios, que nos aleja de Él y nos involucra seriamente en el pecado; sólo es Jesús el que puede Salvarnos, por eso “el Padre envió su Hijo para ser Salvador del Mundo” (1 Jn 4, 14). Por eso, San Gregorio de Nisa en su Catecismo lo sintetiza:
Y es en Cristo, el Verbo Encarnado quien nos devuelve la posesión del bien, la naturaleza inicial con la que quiso dotarnos el Padre, para hacernos “Partícipes de la naturaleza divina” (2 P 1, 4). Así como Jesús es Hijo de Dios, nosotros fuimos dotados y se nos entregó la condición de Hijos (Gal 4, 5b), ya que antes éramos esclavos, ahora para llegar a adquirir libertad, es necesario ser Hijos, el esclavo liberado es adoptado como Hijo, no solo para adopción de la herencia sino también por el don real del Espíritu.“Nuestra Naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida;
muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que
se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la
luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro;
esclavos, un libertador… ¿no merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerse
bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla, ya que la humanidad se
encontraba en un estado miserable y tan desgraciado?”
En efecto, a esta misión salvífica que Jesús recibe del Padre que adquiere el nombre de “Mesías”, esto es, “Ungido”, los ungidos, en Israel eran, los que en Nombre de Dios, recibían la consagración para una misión encomendada por Él como el era el caso de los Reyes, Sacerdotes y Profetas (Ex 29, 7; lv 8, 12; 1 Ry 19,16; 1 Sm 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 Ry 1, 39). Por lo que Jesús es el Rey, el Sumo Sacerdote y el profeta por excelencia.
La labor de Jesús
Antiguo Testamento: Is 7, 14
Nuevo testamento: Mt 1, 23.
La misión se constituye y se hace efectiva en la labor de Jesús, El mismo Jesús declara quelas escrituras hablan de él y su Misión, desde el Antiguo Testamento la realización de las palabras de los profetas era uno de los criterios de la autenticidad de la Misión. A los ojos de Jesús, Dios ha anunciado sus designios, con palabras o con hechos, y la fe de los cristianos descubre que el cumplimiento literal de los textos en la persona de Jesús o en la vida de la iglesia manifiesta el cumplimiento de las intenciones de Dios.
El nacer de una virgen e “Hijo de Dios” (Is 7, 14 y su cumplimiento según Mt 1, 23; Lc 1, 28. 34): a lo largo de la antigua alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas Santas Mujeres: En Eva también está María, como linaje femenino (ya se mencionaba más arriba) donde el hijo de una mujer será vencedor del Maligno. Así mismo Sara Concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (Gn 18, 10-14; 23 1-2) de igual modo, obra con Ana, la madre de Samuel (1 Sm 1), Débora, Ruth, Judith, Ester y un gran número de mujeres a lo largo de la historia de la Salvación, antes de María. María es “Gratia Plena” (Lc 1, 28), es decir, estaba poseída de Toda la Gracia de Dios. Es María, una virgen o “doncella” la elegida para manifestar lo dicho por el profeta; Los padres de la Iglesia han visto en la Concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra, en efecto, es María la vía por la cual, “El Salvador de todos”, el “ungido” con una misión, el “Verbo” o Emmanuel se ha encarnado, pero no de forma natural como cualquiera, sino demostrando que es Verdaderamente “Dios con nosotros”. Así San Ignacio de Antioquía en su Smyrn, a comienzos del siglo II dice:
“Estais firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David según la carne, Hijo de Dios según la voluntad y el poder de
Dios, nacido verdaderamente de una virgen… “
La concepción y eventual nacimiento de una virgen es a los ojos humanos algo innatural e imposible, sobrepasa toda comprensión humana y es aquí donde se ha encontrado oposición de no creyentes y paganos, este acontecimiento no ha tenido precedentes dentro de la mitología pagana, ni es posible aún en nuestro tiempo. Es así como se demuestra que Jesús no tiene como padre más que a Dios (Lc 2, 48-39).
Al ser Jesús, el Verbo encarnado, el Dios con nosotros, verdadero Dios, las puertas por donde pasó permanecieron, permanecen y permanecerá Cerradas (Ez 44, 2). El Profeta Ezequiel hablando del Templo de Jerusalem, único lugar donde ha estado el Dios altísimo en sus tiempos, también debe referirse al Templo donde habitó el Verbo, El Dios Altísimo, el seno virginal de María cuya puerta, al igual que el templo de Jerusalem permanecerá Cerrada, confirmado así la perpetua virginidad de María.
El Sacrificio del Hijo (Gn 22 vs Jn 19,17, Is 42, Is 53): Al igual que Isaac, hijo de Sara, concebido de una forma donde se manifiesta la obra de Dios, y de Abraham, padre de la Fe, Jesús, concebido de similar forma e Hijo del Padre de todos, es puesto como sacrificio. Abraham, heredero de una cultura Caldea, donde los sacrificios humanos eran ofrecidos a las deidades, y en forma de agradecer a Dios por la bendición se siente “obligado” a ofrecer primicias a Dios y es por esto que ofrece a su primogénito. Al igual al hijo de Abraham el Hijo de Dios, primogénito de entre todos, es entregado en Sacrificio para purificación y salvación de muchos. El sacrifico es entonces, un símbolo de alianza entre Dios y los hombres, Isaías en sus “Cánticos del siervo de Yahvé” presenta al Siervo, Cristo, como objeto de una misión y predestinación divina, éste siervo es alianza y luz que lleva a cabo una obra de liberación y de salvación. En efecto, la actitud de Isaac al tomar leña para el sacrificio es la misma de Cristo tomando la cruz.
Es entonces como la salvación se logra a través de la muerte del “Siervo justo” (Is 53, 11). La muerte redentora de Jesús Cumple, en particular la profecía del Siervo Doliente. Luego de la resurrección dio esta interpretación a los discípulos de Emaús (lc 24,25-27) Además, se hizo de manifiesto que Jesús era ese “Siervo Doliente” que se deja llevar en silencio al matadero cuando es llamado “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1, 29) y carga con los pecados de muchos, es entonces el Cordero Pascual símbolo de la redención de Israel cuando se celebró la primera Pascua (Ex 12, 3, 14 cf Jn 19, 36; 1 Co 5, 17) donde el sacrificio de Cristo se constituye en el “Sacrificio de la Nueva Alianza” que devuelve al hombre en comunión con Dios reconciliándose con el por “La sangre derramada por muchos para remisión de los pecados” (mt 26, 28). Este sacrificio es único, da plenitud y sobrepasa todos los sacrificios.
El sacrifico sobre el madero, como se dijo anteriormente, fue anunciado mediante signos evidentes; en el Génesis, Isaac toma madera para su propio sacrificio, al igual que Jesús; es colgado en un árbol, enterrado el mismo día (Dt 21 ,23) la cruz, símbolo de la vergüenza y deshonra propia de los rebeldes en tiempos del Imperio Romano, es el árbol al que se refiere; Jesús es Tratado como un rebelde (Is 53, 12) por eso aceptó una muerte y una muerte de Cruz (Ef. 5, 2).
Sepultura y resurrección (Os 6, 2; Jon 2,1 vs Mt 12, 40; ) Después de la muerte en Cruz, Jesús es puesto en el sepulcro el mismo día (Dt 21, 23) y “Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día, nos hará resurgir y viviremos en su presencia” (Os 6, 2) demostrando el proceso de la resurrección, de igual forma en que Jonás estuvo tres días en el vientre del pez, entre las tinieblas, (Jo 2, 1) Pez que en Griego se dice Ictus, forma primitiva de identificar al Cristo, al Mesías, Jesús está entre las tinieblas por tres días y luego resucitará para vivir en la Presencia del Padre, después del triunfo de la resurrección de Cristo, “hemos sido partícipes de su vida inmortal” (Liturgia Latina). La muerte de Jesús fue una verdaderamente en cuanto puso fin a la existencia humana terrena. Cristo entonces, fue Arrancado de la tierra de los vivos (Is 53, 8). La resurrección de Jesús al “Tercer día” además, de lo anterior, también era signo de que se suponía que al cuarto día, se manifestaba la corrupción. Es así como manifiesta también que Dios tiene para el Siervo: “No dejarás que tu Santo vea la corrupción”.
REFERENCIAS
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. EDICIÓN ESPECIAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA.
BIBLIA DE JERUSALEM
LITURGIA DE LAS HORAS TOMO IV.
Julian, Dios te bendiga.
ResponderEliminarTe felicito por el interes que has mostrado con las actividades propuestas.